Fernando Lamikiz, el nuevo presidente del Athletic, se estrenó en el cargo en el partido europeo contra el Trabzonspor, turco. Allí, minutos antes del comienzo del juego, debutó en el césped, pisando la hierba, junto a Andoni Zubizarreta, director deportivo, a quien estaba a punto de despedir. Pareció una fotografía de concordia, de apagar incendios. Pero... no. A Lamikiz le gusta el césped, le gusta el fútbol.
Antes de las elecciones, Lamikiz insistía en que a él lo que le gusta es hablar de fútbol más que de números, de socios compromisarios, de avales y demás cuestiones necesarias. Pues bien, desde Trabzon y hasta ahora, no ha dejado de pisar el césped. Ayer hizo lo propio en el estadio de Anoeta. "Me gusta tener contacto con el césped y con los jugadores". Así que asistió, atento, al rondo de entrenamiento de los jugadores.
¿Confianza? ¿Envidia? No se sabe. Lo cierto es que a Lamikiz le gustó el terreno de juego. "Rapidísimo, como nos gusta a los dos equipos, lo que presagia un buen partido", dijo ante las cámaras de Canal Plus con su eterna sonrisa.
La verdad es que todo tenía el aspecto de un duelo clásico, menos en la grada. Anoeta, fiel a su costumbre, no se llenó. A los aficionados realistas les cuesta llenar por sí solos sus graderíos. Como faltaron los aficionados rojiblancos -por el día, por la hora, por la clasificación, se vieron muchas calvas.
Lo demás era un clásico. Campo rápido, rapidísimo, energía a tope y las urgencias a flor de piel. Es decir, ese tanteo del miedo en el que uno no sabe si ir a por el gol o a guardar la viña.
Lamikiz pronosticaba un buen partido por las condiciones del terreno, pero obviaba a los futbolistas. Los campos rápidos reclaman futbolistas exigentes y bien dotados técnicamente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de noviembre de 2004