La imagen que está dando el ex presidente del Gobierno José María Aznar desde que perdiera las elecciones generales es patética. Ha demostrado ser un mal perdedor y un mal demócrata al no saber aceptar el resultado electoral (democrático, pese a que a él no le guste). No ha comprendido que su ciclo político ya pasó y, en lugar de retirarse o de dedicarse a trabajar para su partido, se dedica a entorpecer continuamente la política exterior española. Supongo que el señor Rajoy debe de andar contento con las continuas salidas de tono del ex presidente. ¿Es ésta su forma de retirarse de la política, tal como había anunciado?
Sus declaraciones de estos últimos días en diversos actos públicos, no sólo le ridiculizan a él, sino que creo sinceramente que ponen en peligro los intereses españoles en el extranjero, así como nuestra imagen externa. Acusar al presidente del Gobierno de España de "antiamericanismo y de fomentar este sentimiento" va dejando una huella que, sin duda, dificulta las relaciones internacionales del señor Rodríguez Zapatero. Tampoco contribuye mucho a preparar el próximo viaje de los Reyes a EE UU, aunque esto ha demostrado en reiteradas ocasiones que le importa bien poco. A él sí cabría acusarle aquí de antiespañolismo.
El señor Aznar confunde estar en contra de una determinada forma de hacer política con antiamericanismo, haciendo bueno el ideal joseantoniano de "o conmigo o contra mí". Pues no, mire usted: sencillamente su faltade espíritu democrático le impide entender que se puede pensar de forma diferente sin ponerse en contra de nadie.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de noviembre de 2004