Las mujeres que padecen niveles elevados de estrés tienen el doble de riesgo de que las menstruaciones sean dolorosas. Esta es la conclusión de un estudio publicado en la revista Occupational and Environmental Medicine. La dismenorrea primaria, como se denominan técnicamente las menstruaciones dolorosas sin causa orgánica, es uno de los problemas ginecológicos más comunes en mujeres en edad fértil. Se calcula que entre cuatro y nueve de cada 10 mujeres sufren menstruaciones dolorosas y, aproximadamente en el 10-15% de los casos, el dolor es agudo y llega a ser incapacitante.
El equipo estadounidense que ha realizado esta investigación se ha ocupado de evaluar la influencia del estrés percibido durante el ciclo menstrual anterior sobre la tasa de menstruaciones dolorosas en el siguiente ciclo. La dismenorrea se define como dos o más días de dolor abdominal y/o lumbar durante el periodo menstrual.
El 44% de las mujeres que reconocen sentir estrés elevado sufre dismenorrea
El estudio, realizado con 388 mujeres, muestra que, aunque la proporción total de mujeres que consideraba que soportaba un estrés elevado era baja, la proporción de estrés medio y alto era notablemente mayor entre las mujeres con dismenorrea. La tasa de dismenorrea entre mujeres que reconocían padecer un estrés elevado era del 44%, frente al 22% entre mujeres que consideraban bajo su estrés. Los resultados se mantenían incluso después de tener en cuenta otros factores que pudieran influir en el resultado.
Un dato interesante del estudio es que el estrés percibido en la fase folicular (las dos primeras semanas del ciclo) influía más en la dismenorrea que el estrés percibido en la segunda mitad del ciclo (la fase lútea).
En conjunto, se analizaron 1.160 ciclos menstruales en las 388 mujeres, todas ellas chinas, sanas, recién casadas, sin hijos y con deseos de quedarse embarazadas. Para llevar a cabo la investigación, las mujeres, de 20 a 34 años, anotaron a diario si sus niveles de estrés eran bajos, medios o altos, durante un periodo de 12 meses o hasta que se produjo el embarazo. También se les pidió que proporcionaran información sobre su ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos, y los niveles de exposición al humo del tabaco.
Todas las mujeres participantes en el estudio pertenecían al sector textil. Una elevada proporción de ellas trabajaba por turnos, y estaba expuesta a diversos niveles de ruido y polvo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de noviembre de 2004