La falta de lluvias y de viento que ha sufrido en las últimas semanas la capital ha elevado los niveles de contaminación, devolviendo a sus calles una imagen ya conocida: la gran capa gris que cubre los cielos de la ciudad como una enorme boina sobre los edificios. El viento y las precipitaciones tampoco ayudarán hoy a despejar el horizonte de la visible contaminación. En la fotografía, la avenida de Valladolid, con una difuminada catedral de la Almudena al fondo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de noviembre de 2004