Como era de temer, al señor Félix de Azúa no le ha agradado que otras voces -en este caso la mía- interfieran en su labor de hosco arúspice de las entrañas del nacionalismo catalán ante la opinión española. En consecuencia, responde a la argumentación razonada con un par de coces. A cada cual, su estilo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de noviembre de 2004