Cuatrocientos cincuenta paramilitares que durante años controlaron a través del terror un sector de la zona bananera de Urabá, al norte de Colombia, dejarán hoy sus armas. Es la primera de varias desmovilizaciones previstas, que hasta finales de diciembre sacarán de la guerra a 3.000 paras. Se trata de la mayor desmovilización en la historia del país.
Los hombres que dejarán hoy la vida armada se concentraron hace una semana en una finca cercana a Turbo, puerto marítimo bananero. Allí se evalúan sus antecedentes legales y reciben cursos de formación. Los armados que no tengan antecedentes judiciales graves volverán, en los próximos días, a sus casas. Allí, y durante un lapso no mayor a dos años, recibirán mensualmente 300.000 pesos (unos 100 euros), una cantidad ligeramente inferior a los 350.000 que cobraban como patrulleros paras. En centros de referencia se les prestará atención psicosocial, sanitaria y educación. El seguimiento será individual y estará a cargo de 11 entidades oficiales.
Los que tienen delitos graves serán conducidos a Santa Fe de Ralito, la zona de ubicación que sirve de escenario al diálogo de paz. Allí deben esperar a que exista una ley que los juzgue. Éste es uno de los grandes vacíos e interrogantes de esta desmovilización, pues el Congreso aún no ha iniciado el debate de la ley que le dé un marco legal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de noviembre de 2004