El artículo 1º del Código Civil establece que las fuentes del ordenamiento jurídico español son, entre otras dos, la costumbre, que muy bien podría ser el sueño o deseo oculto del Ayuntamiento de Madrid y de los que defienden mantener otros sesenta años y, por qué no, la eternidad, las estatuas y otros símbolos para gloria y tranquilidad de conciencia de los que ganaron nuestra Guerra Civil; evitándonos así las molestias de desenterrar los miles de cadáveres de fieles españoles republicanos, dispersos por toda nuestra geografía, o adecuar a la dignidad que nos obligan nuestras raíces cristianas y españolas los miles de expedientes con sentencias dictadas por tribunales militares españoles por "adhesión a la rebelión militar". Leo, a menudo, la dictada contra el nieto de don Manuel Alonso-Martínez.
Cierto es que de Madrid siempre espero cosas novedosas, pero que un señor a quien le pagamos el sueldo entre todos los españoles defienda media historia (la historia es una, cierta e indivisible), considerándonos faltos de inteligencia a media España, es muy grave y me causa estupor y honda preocupación. No me siento seguro. Sobre todo, viniendo de un señor de un partido que lo resuelve todo a bofetadas (reciente episodio en Elche).
¿Podemos pensar que está tranquila la estatua y memoria de don Manuel a 12 calles de Franco? Evidentemente, no. Y por ello estoy obligado a recuperar su estatua y alejarla lo más posible, hasta que Madrid deje de ser un parque temático de la intolerancia y la mentira.
Nunca es de "otro tiempo" recuperar la dignidad. París hizo en agosto un precioso homenaje a los soldados de nuestra República. ¿Por qué no hacemos aquí lo mismo y empezamos a recuperar la memoria, enterrando con dignidad a nuestros hombres y mujeres y anulando los juicios realizados por tribunales militares sin las más mínimas garantías? Explicando que no es lo mismo una república que una guerra civil y una dictadura bajo palio. Recuperando a nuestros últimos soldados (los maquis), que, todavía vivos, miran a su alrededor una sociedad que no sabe perdonar ni entiende nada.
Manuel Alonso-Martínez, nacido en Burgos en 1827 y muerto en Madrid en 1891, presidió la comisión que redactó el Código Civil de 1888. Su nieto Antonio fue sometido a siete años de cárcel por adhesión a la rebelión e inhabilitado de por vida en su oficio de secretario de ayuntamiento. Su biznieto Manuel-Antonio ni olvida ni perdona. Tiene interés en que no se vuelva a repetir una guerra civil y en acabar con las secuelas. Cree urgente y necesario alejar lo más posible la estatua de don Manuel de la de Franco por las razones expresadas y de dignidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de noviembre de 2004