Sobresaltado observo la reacción de quien, en un día lejano en la memoria del melómano, fue una gran cantante de pequeña, aunque bella voz, gusto exquisito y corrección estilística, métrica y musical admirables. ¿Cómo podría alguien imaginar tal reacción, imperdonable a mi gusto, ante una mala crítica? ¿Acaso la señora Berganza olvida a las inigualables mezzosopranos de la historia, quienes además de sus aptitudes poseían una emisión inigualable, y supieron abandonar sus carreras en el momento preciso, en algunos casos antes, pero nunca después? Quisiera citar a las que han sabido ser grandes damas de la lírica, como F. Cossotto, C. Ludwig, J. Baker... y entonar un "abandonó los escenarios siendo una de las mejores", pero es ya demasiado tarde.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de noviembre de 2004