Hay preguntas que llaman a una cascada de interrogantes, porque la respuesta es global y no se puede ver ninguna salida al problema si no es desde esa perspectiva. Por lo tanto, preguntemos: ¿es rentable la Casa Real?, ¿el Parlamento?, ¿nuestra agricultura?, ¿ganadería, pesca, turismo, industria, los medios de comunicación escritos, sindicatos, ...?
Si analizamos cada una de las cosas anteriores, nos daremos cuenta de que todas ellas están subvencionadas.
En nuestro modelo social y económico, la subvención es innata. Si ésta desapareciera, el modelo no sería viable y, por lo tanto, este sistema tendría que ser sustituido por otro, ¿cuál? Pienso que no habrá muchas ganas de abrir este debate. Sin embargo, cuestionar la rentabilidad de astilleros es cuestionar la viabilidad de nuestra forma de vida. Si trasladamos esto al ámbito personal, cada uno de nosotros es potencialmente un trabajador de astilleros, incluido don Juan Carlos de Borbón. Por lo tanto, la defensa de estos puestos de trabajo corresponde a todos, y la solidaridad pasa a ser un valor activo, incluso de los trabajadores de la fábrica, hacia los trabajadores de las otras fábricas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de noviembre de 2004