Tiene Francesc Bravo (Barcelona, 1957) un estilo particular, muy visible y encadenado a respiraciones, impulsos y dinámica que son también musicales. Se ve que sigue marcado por su etapa de viaje al Brasil, sus gentes y sus ritmos; de todo ello sale este dúo lleno de intimidades y sutilezas, de humor y sensualidad. Se acompaña en escena de una bailarina brasileña potente y capaz, rigurosa en sus posiciones (no hay más que mirarle los pies muy trabajados) y que se integra en esa fiebre expresiva.
A medida que avanza el espectáculo se hace más denso y oscuro, siempre a través de lo físico y de la luz; se cambian los destellos jocosos por otras motivaciones más cercanas a la introspección. Así, el solo de Bravo con la remezcla de la Bachiana 5 de Villalobos o el tango final son dos muestras de lo rica que puede ser la paleta que despliega un bailarín en su madurez. Es el intérprete que domina y asaetea el aire con sus diseños de brazos y manos, rectos, veloces. Al final vuelve un poco de humor benefactor, de ambiente festivo y hasta redentor y esperanzado.
Compañía Rayo Malayo
Coreografía e interpretación: Cristiane Boullosa y Frances Bravo; música: Remeto Pascual, Tom Zé, Bazeado y Matthieu Saglio; luces: Octavio Mas; vestuario: Rayo Malayo y Remember; atrezzo: Cuque Martínez. Teatro El Canto de la Cabra, Madrid. 2 de diciembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 4 de diciembre de 2004