España es de los pocos países de la eurozona que mantiene un crecimiento por encima de la media, aunque las previsiones de la OCDE también lo hayan revisado a la baja: tres y seis décimas sobre el previsto para este año y para 2005, que se sitúa ahora en un 2,6% y un 2,7%, respectivamente, si bien es más optimista para 2006, cuando calcula que se recuperará la barrera del 3%.
Pero una vez más la OCDE ha incidido en los "riesgos negativos" del fuerte aumento de los precios de la vivienda. El revuelo que se organizó hace seis meses, cuando el anterior informe de este organismo advertía sobre el precio de la vivienda, que despertó la alarma en España en el sentido de que la llamada burbuja inmobiliaria podría explotar, ha llevado ahora a la OCDE a explicarse con más cautela. Miguel Jiménez insiste en que la anterior advertencia se malinterpretó, "tal vez por un problema de traducción. La OCDE", explica, "hacía una previsión y hablaba de riesgos negativos que pueden incidir en ella. Uno de estos riesgos era el del encarecimiento de la vivienda, que sigue creciendo a un ritmo del 17%. Ahora vuelve, aunque con palabras más precisas. Es cierto, hay un riesgo de que acabe cayendo el precio de la vivienda y esto tendría efectos macroeconómicos".
Lo cierto, sin embargo, es que hace seis meses la OCDE también advirtió de este problema al Reino Unido, Holanda y Australia, a quienes ahora no cita, ya que se ha producido una moderación de los precios, mientras que en España no. ¿Están sobrevalorados? Según el Banco de España, podrían estarlo entre un 10% y un 20%, lo que entra dentro de las fluctuaciones normales de un mercado, pero si siguen creciendo al ritmo actual del 16%, pronto estarán demasiado sobrevalorados, apuntan los expertos.
Un problema añadido para España es que el sector de la construcción ha tirado en buena parte del crecimiento económico, que se mantiene, en cualquier caso, por encima de la media de la zona euro, aunque el diferencial se haya reducido. Pero la construcción, apuntan en la OCDE, es un sector de baja productividad que quita inversión a sectores más productivos, como los relacionados con las altas tecnologías o con la investigación y el desarrollo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de diciembre de 2004