Darth Vader, el malvado enmascarado de la saga Star wars, o, mejor, David Prowse, que le dio vida por primera vez, se está hinchando estos días a firmar autógrafos en Sitges. Y eso que los cobra nada menos que a 30 euros. Siempre y cuando, claro está, el fan de turno opte por la versión de firma estampada sobre una fotografía suya a todo color. En cambio, si el coleccionista se conforma con la modalidad de garabato galáctico en una libretita, la cosa sale gratis.
El veterano actor británico, uno de los invitados de honor a la Star Wars Conference, que hasta mañana acoge el Festival de Sitges, se convirtió ayer en estrella indiscutible de este mitómano encuentro. Su conferencia, titulada Darth Vader hace 30 años e ilustrada con diapositivas, congregó no sólo a clones de Obi-Wan Kenobi, soldados del Imperio, princesas Leias, monstruitos varios..., sino también a grupos de amigos de paisano emocionados por la proximidad de su ídolo y a familias enteras, bebés incluidos. Eso sí, todos ellos armados hasta los dientes, pero no con el consabido sable de luz -aunque alguno había-, sino con cámaras digitales que no pararon de disparar hacia la tarima donde Prowse, hoy ya con una edad provecta, repasaba su vida. Así fue como los fieles de la serie de George Lucas se enteraron de que ese grandullón llegó a Mister Universo en 1960, tras practicar la gimnasia y el culturismo desde niño; que trabajó para la mítica factoría de cine de terror Hammer -sustituyó a Peter Cushing como Frankenstein-, que rodó a las órdenes de Russ Meyer, maestro del sexploitaition, y que Lucas descubrió su envergadura viendo La naranja mecánica, de Stanley Kubrick. En fin, supieron que Darth Vader tiene un pasado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 7 de diciembre de 2004