El Tribunal de Justicia Federal le ha resuelto al presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, el espinoso problema de la apertura de los archivos secretos de la dictadura militar: ayer concedió al Gobierno un plazo de 15 días para presentar una propuesta concreta para la apertura de los archivos de la guerrilla de Araguaia, que había sido el foco de resistencia a la dictadura militar en los años setenta. Allí fueron muertos, después de ser torturados, numerosos militantes de izquierdas cuyos cuerpos los familiares continúan exigiendo en vano hasta hoy.
El presidente Lula no sabía cómo resolver el problema de la apertura de los archivos secretos de la dictadura sin irritar a la vieja cúpula militar, pese a que lo estaban exigiendo tanto la opinión pública como la misma Iglesia. Ayer confirmó que no recurrirá la decisión de los jueces.
Para dar inicio al proceso de apertura de los archivos, los magistrados han convocado a los ministros de Justicia y de Defensa y al Secretario Nacional de Derechos Humanos junto con los tres Comandates de las Fuerzas Armadas y el Director de la Agencia Brasileña de Inteigencia (Abin).
El Gobierno de Lula ya había creado, en realidad, varios grupos y comisiones para estudiar la posibilidad de abrir los archivos secretos de la dictadura, sobre todo para conocer mejor los asesinatos de ex guerrilleros de izquierdas de Araguaia, un movimiento de resistencia al Gobierno militar nacido en el sur del Estado de Pará a principios de los años setenta.
El asunto de la apertura de los archivos ya había costado meses atrás el cargo al entonces Ministro de Defensa José Viegas, quien se había enfrentado con los militares que seguían defendiendo las torturas realizadas durante la dictadura como antídoto para frenar el avance del comunismo en Brasil. Lula nombró entonces ministro de Defensa al vicepresidente de la República, José Alencar, para prestigiar por una parte a los militares y por otra para tener mayor peso en dicho ministerio para tomar decisiones desagradables.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de diciembre de 2004