Los niños tienen este año un pequeño mundo hecho a su medida dentro de la feria del libro. Las mismas dimensiones de la puerta de entrada -poco más de un metro y cuarenta centímetros de altura- marcan la frontera entre el exterior, siempre abarrotado de público adulto, y su pequeño refugio. En este lugar los organizadores han reunido este año los principales títulos de la literatura infantil, con la intención de que sus pequeños lectores puedan jugar con los libros, leerlos e incluso tomar contacto con algunos de los escritores. "Creemos que nuestra labor no se limita a promocionar la lectura en euskera entre los adultos, también es muy importante fomentar la lectura entre los niños", explica un portavoz de la organización.
En ese sentido, los propios autores piden que su obra se dignifique, ya que en ocasiones se considera una "categoría de segunda división", en palabras de Jesús Mari Olaizola, actual ganador del Premio Euskadi de Literatura Infantil y Juvenil. "Parece que porque es para niños está justificado que sea un subgénero, pero creo que eso es rotundamente falso", argumenta este autor.
Hasta ahora no existe un estudio sobre el peso que la literatura infantil y juvenil tiene sobre el total de la producción editorial vasca. De hecho, el primer estudio de este tipo empezará a realizarse en enero, según la propia Asociación de Editores Vascos. Aún así, basta dar un paseo por el recinto ferial para comprobar que estos libros ocupan un amplio y destacado lugar en los puestos.
Las actividades que se desarrollan en el Aula de Literatura Infantil incluyen actuaciones de contadores de cuentos. De momento, el público ha dado una buena acogida a esta iniciativa. Según una de las monitoras que atienden el recinto, "hacen preguntas, participan y, también, interrumpen a veces a los actores".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de diciembre de 2004