A las 11:10 h. de la mañana del lunes 29 de noviembre, al llegar a mi casa, esquina de la calle Gravina, encuentro un patrullero del 092 cortando la entrada de vehículos; a mitad de la calle, otro patrullero y detrás una cinta de seguridad, los bomberos retiraban, aún más lejos, una antena. Detengo mi vehículo tras el primer patrullero y camino por delante de mi garaje hasta llegar al segundo. Allí me dirijo uno de los policías: "Disculpe, ¿podría pasar con el coche hasta mi garaje, es al inicio de la calle..., sólo tendría usted que apartar un poco el patrullero de la entrada?". "Aparque en otro lado" me contesta. "Mire, por favor, salgo de viaje en tren dentro de 45 minutos" (no solo salía de viaje, en el coche iba un mueble y además de no ser fácil aparcar en el centro mi mujer embarazada no podría desplazar la carga...). Opté por preguntar al otro policía (siempre hay uno amable, al menos en el cine...). Parecía increíble que no me dejase pasar a mi garaje en una zona permitida al paso de peatones. "Le hemos dicho que busque aparcamiento por ahí y nos da igual si se tiene que ir de viaje". Sorprendido e indignado le pedí que se identificara. Su respuesta fue inmediata: "Apunta la matrícula del coche de este señor y múltalo por mal aparcamiento", le dijo al otro agente. Mientras me alejaba, este increíble policía anotaba en su cuaderno la matrícula de mi coche para vengarse de este padre de familia que cometió el "error" de preguntarles el número de agente. Desconozco que artículo infringí con esa pregunta. Lo que está claro es que me corresponderá pagar esta ilegal multa que mancilla el buen nombre de la Policía Local. No he dejado de preguntarme por qué la policía actúa así con personas respetuosas de la Ley y deja campar a sus anchas a los verdaderos delincuentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 10 de diciembre de 2004