Decía Hipócrates que a la naturaleza del terreno respondía la forma del cuerpo y las inquietudes del alma, sin embargo Marbella y sus gentes sorprenden por sus contrastes.
En la concentración del lunes ante el Ayuntamiento, mientras unos pocos en silencio dejábamos patente nuestro rechazo al horror de los asesinatos del sábado, un generoso sol de invierno calentaba a unos turistas que casi llenaban las mesas de los restaurantes de la Plaza de los Naranjos; la algarabía de algunos competía con los acordes del himno nacional y contrastaba con el minuto de silencio solicitado por la alcaldesa.
Hace unos años, cuando una bomba de ETA explosionó en las inmediaciones del hotel Sultán de nuestra ciudad, a la concentración convocada por el alcalde apenas sí fue gente y de hecho faltaban más de la mitad de los concejales.
Estos días, y en años anteriores, los vecinos de Marbella hemos venido escuchando de los responsables de seguridad, locales, autonómicos y estatales que en Marbella no había mafias, tan sólo bandas aisladas que vienen, matan y se van. Sin embargo, la tremenda violencia del acto criminal del sábado no deja lugar a dudas: los medios de comunicación hablan abiertamente de mafias instaladas en Marbella.
La falta de controles y la falta de medidas de seguridad, pero también una agresiva especulación urbanística alentada por el Ayuntamiento ha ayudado a que hayan sido muchas las ratas que al olor del dinero fácil del blanqueo de dinero procedente del narcotráfico, del trafico de drogas, de seres humanos, del tráfico de armas, se hayan instalado aquí. Por ello, no conviene acomodarse al discurso oficial, el problema no se soluciona sólo con más policías, más escopetas o un tanque en cada barriada. La que presume ser la nación más segura del mundo no pudo evitar los atentados de Nueva York
No hace mucho tiempo veíamos también a un alcalde de Marbella y sus concejales, algunos todavía en el Ayuntantamiento, compartir fiestas y saraos con conocidos traficantes de armas, quizá las mismas que el sábado sembraron el terror y la muerte en nuestra querida Nueva Andalucía.
Es necesario, además de las medidas policiales, eliminar el origen de estas violencias, las causas que la originan y, sobre todo, las facilidades que han encontrado en nuestro término municipal y en otros de la zona para que sus "negocios" sean tan lucrativos, todo lo demás es insultar la memoria de los asesinados y la de los vecinos de este municipio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de diciembre de 2004