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COLUMNA

Sociología

El Consell dispone de mecanismos sociológicos para saber la opinión del pueblo. Es lo que proclamó Esteban González Pons del brazo de Gema Amor, que completa el reparto de esta comedia filológica, tras instar al Gobierno a consultar a los valencianos sobre "el cambio de nombre" de la lengua, siguiendo el guión de esta suerte de Pijama para dos, en la que ellos, como Rock Hudson y Doris Day, son cada vez más el verdadero argumento del enredo. Pues el mecanismo afloró enseguida, nada más filtró la propia Presidencia un estudio precocinado con varios restos de informes del Centro de Investigaciones Sociológicas realizados entre 2001 y 2004 en el que, tras cruzar el recuerdo de voto con la respuesta del votante ante la filiación de la lengua, se venía a concluir que uno de cada tres electores considera que el valenciano y el catalán no son la misma lengua. Pero ése no era el objetivo principal de este aliño demoscópico diseñado a medida que algunos periódicos serios incluso han llegado a calificar como "un estudio elaborado por el CIS". Lo que además pretendía el Consell era poner en evidencia la contradicción del PSOE, puesto que el 63% de sus votantes valencianos, tras el condimento en cocina, se muestra convencido de que lo que se habla en la Comunidad Valenciana y Cataluña no es un mismo idioma. Aunque puestos a subrayar paradojas y contrasentidos, según ese mismo informe el 25,2% de los votantes del Bloc Nacionalista Valencia (unos 30.000 electores) cree que el valenciano "es una lengua diferente y diferenciada del catalán", un apabullante disparate sólo superado por otro: el 23,1% de los votantes de Unión Valenciana considera que el valenciano "es la misma lengua que se habla en Cataluña y Baleares". Lo cual, si se tiene en cuenta que el CIS realiza encuestas domiciliarias y no telefónicas, en las que la gente suele pensarse la respuesta y no actúa, pues es un dato más de que o en la Comunidad Valenciana no ocurrió nada extraordinario durante la transición con sus símbolos y señas de identidad o que la paranoia de la lengua tiene más registros y más retorcidos en las expresiones políticas de aquel cisma civil que los que habían consignado los especialistas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 11 de diciembre de 2004