Contraté por Internet un billete, pensando en agilizar el trámite, ya que debía viajar al día siguiente. No sólo tuve que introducir mis datos previamente a hacer ninguna compra, incluido el número de mi tarjeta de crédito, sino que ya se me informa de que debo retirar el billete en taquilla de Renfe, porque es mi primera compra con este sistema.
A pesar del evidente disparate que supone, sigo adelante y decido ir a recoger el billete a la estación de Chamartín. Cuál no sería mi sorpresa, cuando al ir a recoger el billete a una de las máquinas automáticas, descubro estupefacto que sólo se puede recoger en máquina el billete contratado por teléfono, no por Internet. Y lo más sangrante, que se me obliga a hacer la misma cola que si no hubiera hecho ya la compra. Cola que según informa la propia compañía, en ese momento tiene un tiempo de espera de 41 minutos. Ante lo cual decido irme de la estación y recoger el billete al día siguiente, en la propia estación de Atocha, desde donde sale mi tren, lo cual me obliga a madrugar media hora antes y a jurar que intentaré no volver a coger un tren mientras pueda evitarlo, aunque me tenga que meter entre pecho y espalda el atasco habitual.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de diciembre de 2004