¿Cómo hay que actuar cuando un menor acogido en un centro de protección, dependiente de una diputación, aprovecha la libertad de régimen de salidas para cometer un delito? ¿O cuando un menor recluido en un reformatorio del Gobierno vasco ataca a sus monitores?
La Fiscalía de Menores aclara que ambos tipos de centros no tienen nada que ver entre sí. En los primeros, se protege al menor; en los centros cerrados, los jóvenes internos cumplen las medidas judiciales que les han sido impuestas. A partir de aquí, la Fiscalía actúa en ambos casos. "Cuando se ataca a un cuidador, es ha cometido una infracción, y se pone una denuncia en la Fiscalía de Menores. Los centros abiertos ejercen como tutores de los menores, y de la misma forma que un padre sabe cuándo su hijo llega tarde a casa y si le debe castigar o no, en un centro ocurre lo mismo", apunta la fiscal de Menores del País Vasco.
Una de las dos víctimas mortales de la chabola de Santurtzi se escapó en dos ocasiones de un centro de acogida de la Diputación de Vizcaya. ¿Se hizo todo lo posible por encontrarla? Parece que sí. "No debemos confundir lo que es protección de lo que es delincuencia y reforma. Un menor en un centro no es un menor delincuente. Si sale y delinque, se le aplica la ley, pero no con anterioridad", recalca la fiscal. Y recuerda casos de menores que se levantan a las 6.00 para ir a trabajar después de haber terminado sus estudios, o el de dos primos que, tras pasar por un reformatorio, se emplearon en la construcción y ahora, con 19 años, están integrados socialmente. "Si podemos recuperar a un menor, ya es suficiente", sentencia.
La rehabilitación del delincuente habitual o esporádico no debe limitarse a las medidas judiciales y de reforma, sino que deben ir acompañadas de las de protección. "Cuando un menor delinque porque está en un ambiente familiar y social conflictivo, cuando sus padres también son conocidos en los juzgados de mayores, debe haber un seguimiento desde los servicios sociales de base. Si un menor comete una infracción, la que sea, ¿quién es el responsable? El menor en primera instancia, pero también todos los que le rodean. No se nace siendo violento, se aprende. Si un menor comete una determinada infracción, por algo será", señala la fiscal. ¿Y quién tiene la culpa? "Yo no lo sé", responde.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 13 de diciembre de 2004