Es conocido que nuestro sistema sanitario de salud se reconoce como uno de los mejores del mundo, pero también es cierto que existe un progresivo deterioro tanto en la atención especializada como en la primaria. La atención primaria de salud está desbordada y existen pocas expectativas de mejora a corto plazo.
La inversión realizada en los últimos 10 años ha sido totalmente insuficiente y no acorde con los aumentos de población que ha registrado el país ni con el aumento de la demanda asistencial y de programas de promoción de la salud que reclaman los usuarios.
El nivel de presión asistencial de los médicos de familia ha sobrepasado la posibilidad de realizar una óptima asistencia de calidad. Si a todo ello añadimos la desmotivación de los profesionales, la sensación de no poder ejercer nuestra profesión con tiempos mínimos de atención al usuario, la presión contínua sobre el gasto farmacéutico, la imposibilidad de limitar nuestras agendas de trabajo a un número racional de enfermos y la falta de inversión en infraestructuras en los centros de salud, a pesar del aumento de población con derecho a asistencia.
Por otra parte, la disponibilidad sin límite que siempre ha existido en la atención primaria para sacar adelante el trabajo a pesar del aumento progresivo de la presión asistencial, más la decepción de los médicos de familia en sus aspiraciones tras el gran avance que supuso la reforma sanitaria de la atención primaria y la derivación de la inversión hacia los hospitales...
A poco que se pregunte y se investigue, se puede comprobar que en todos los centros de salud de la Comunidad existe el mismo problema.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 16 de diciembre de 2004