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COLUMNA

Juego de palabras

Continuamos metidos en el conflicto lingüístico de nunca acabar. El conseller González Pons pronunció una conferencia en el Foro de Opinión el pasado miércoles. Dijo cosas "sustanciosas". En primer lugar, el título de la conferencia ya es llamador de la atención: España es Espanya. Bonito juego de palabras. Nos dice el señor González Pons: "Queremos influir en España y que España nos influya". ¿Más todavía? Pero, ¿qué España? Porque hay una parte de España de la que no queremos influencia ni contacto alguno. Me refiero a Catalunya. A no ser que el conseller dé por sentado que Catalunya no es España. Y entonces, a la España que se refiere es a la España castellana. Que nos influya Castilla. Si es así, no hace falta pedirlo. Ya nos viene influyendo -¡Y de qué manera!- desde hace siglos. La prueba es que nuestros políticos de la derecha no hacen otra cosa que usar la lengua de Castilla, a pesar de su insistente y machacona defensa del valenciano. Defensa que sustentan en divertidos y peregrinos argumentos. Dice el conseller: "El debate del nombre de la lengua y de su contenido se ha pretendido amagar detrás de un debate filológico que es falso". Y uno pregunta, ¿por qué? Y añade: "Si admitimos la sustitución del debate político por el debate científico estaremos negándole al pueblo su legitimidad para la denominación". Y uno insiste, ¿por qué? González Pons resume así la cuestión: "Todo para evitar que los valencianos podamos decidir su nombre y la manera de protegerlo". Señor conseller, los valencianos hace tiempo que tenemos decidido el nombre: "valenciano". Y los valencianos que amamos nuestra lengua y la usamos, la escribimos desde hace mucho -quien esto escribe desde la Guerra Civil- con las mismas reglas ortográficas que en Catalunya y en Baleares. Porque es la misma lengua. Aquí, lo que pasa es que ustedes no saben cómo enredar para que no aparezca con nitidez la realidad. Todo es un juego de palabras para no decir que la lengua es una, como usted sabe muy bien, señor González Pons. Y sólo por intereses partidistas. ¡Qué vergüenza!

fburguera@inves.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de diciembre de 2004