Zaragoza está de enhorabuena, pero también España. La capital aragonesa fue elegida ayer sede de la Exposición Internacional de 2008, que tendrá como lema "El agua y el desarrollo sostenible". Se impuso a la italiana Trieste y a la griega Salónica. Desde que arrancó la idea hace casi seis años, había suscitado un entusiasmo inusitado entre los zaragozanos, comprometidos a apoyar la organización de un acontecimiento de gran proyección y que coincidirá con el bicentenario de la resistencia aragonesa a la invasión de las fuerzas napoleónicas. Y en ese respaldo, la ciudad debe agradecer el sostén del Gobierno, que se ha comprometido a financiar el 70% de los 1.500 millones de euros estimados de coste y que envió a la vicepresidenta Fernández de la Vega y al ministro de Exteriores, Moratinos, para estar en la votación de París.
La alegría de muchos zaragozanos congregados ayer tarde ante la sede del Ayuntamiento, así como el apoyo firme de un largo centenar de empresas o el simple hecho de que 15.000 personas se hayan alistado ya como voluntarias, refleja la determinación de una ciudad deseosa de recuperar su autoestima y resuelta a convertirse en un centro internacional de referencia cultural y comercial aprovechando su magnífica ubicación geográfica. Un evento de este tipo tiene siempre un impacto de modernización y desarrollo de infraestructuras. Lo tuvo Sevilla en 1992; lo debería tener ahora Zaragoza si se hacen bien las cosas. La capital maña tiene la oportunidad de proyectar su condición de nudo de una importante región europea, además de facilitar una mejor articulación de España.
La Expo 2008 quiere ante todo realzar el río Ebro, colocarlo como escaparate. Hasta ahora, la ciudad ha vivido a sus espaldas. La muestra será instalada precisamente a orillas del mismo, y contará con una serie de construcciones relacionadas con el tema de la muestra como la Torre del Agua o el Puente del Tercer Milenio. Muchas de las obras están ya en marcha, pero otras requerirán de no poco esfuerzo para que puedan estar completadas en estos próximos tres años y permitan no defraudar las expectativas de una afluencia de más de siete millones de visitantes. Además de la modernización del aeropuerto, es imperativo sobre todo que en 2008 la línea del AVE de Madrid a Zaragoza llegue finalmente a Barcelona y, a ser posible, hasta la frontera francesa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de diciembre de 2004