Puede que no se afine todo lo que muchos quisieran en interpretar al Cardenal de Chile. Pero sí es una interpretación objetiva y escandalosa la realidad de que -ante la monstruosidad aireada ahora, y ya conocida desde que sucedía- los obispos y cardenales chilenos y el mismo Vaticano, no alzaran la voz de pastores denunciando al "Lobo" que de tal modo se ensañaba con el Pueblo chileno y con el mismo Jesús, según aquello de: "Conmigo lo hicisteis". Si no pueden los jerarcas chilenos mostrar "los agujeros en pies y manos y la herida en sus costados", ni sus nombres junto con los de las víctimas de su pueblo, que lloren amargamente como el apóstol Pedro su negación y pidan perdón por ello a las víctimas, al Pueblo de Chile, a la Iglesia, al mundo entero y a Dios. Hecho esto, los aceptarán como pastores, si hacen cara al "Lobo" como el Buen Pastor dispuestos a dar sus vidas por las ovejas. ¿Cuando renunciará la pastoral vaticana a la diplomacia y a los secretos que encubren y potencian al Poder? Los cristianos escuchamos de Jesús: "Amad incluso a vuestros enemigos" y en ello está la meta de nuestra identidad. Pero las dos posturas representativas de los Discípulos ante el crimen del Calvario fueron: los aglutinados por Pedro que fallaron, abandonaron, negaron y se arrepintieron cambiando de actitud hasta el martirio; y Judas que, desesperado por traicionar a Jesús en complicidad con los Poderes, se ahorcó..
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de diciembre de 2004