Sus dos expulsiones en el mismo curso y por el mismo árbitro, Megía Dávila, dejaron ayer al técnico del Levante, Bernd Schuster, frustrado y abatido. "Esto que ha sucedido es frustrante y es para odiar el fútbol", dijo el alemán.
El colegiado, que ya le echó del banquillo en el partido de Zaragoza (4-3), volvió a hacerlo ayer por supuestos insultos que el técnico negó. "No esperaba que un árbitro la liara con nosotros dos veces. Es para meterte en un agujero y encerrarte", declaró Schuster, que se sintió perjudicado además por un gol fantasma no concedido.
Por su parte, el presidente del club, Pedro Villarroel, bajó a quejarse al vestuario de Megía, pero éste le cerró la puerta en las narices. "Un maltrato", se lamentó Villarroel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de diciembre de 2004