En la selección del Times de Nueva York que daba ayer, en castellano, este periódico, se apuntaba por Sharon Waxman, que recuerda que se ha perdido el cine con espíritu navideño de estas fechas, sustituido por otro cínico. Ejemplos suyos: Sobrevivir a la Navidad, Una Navidad de locos, Bad Santa, en el que Santa Claus (nuestro Papá Noel; San Nicolás) es un ex presidiario que va a robar una tienda de juguetes el día de Navidad. Lo compara con el pasado: cuando se hacían tiernas películas como ¡Qué bello es vivir! No señala que aquél era el cine del tiempo de Roosevelt y éste es el cine del tiempo de Bush; y de su papá, y de Reagan, y de Nixon. Siempre decimos que los medios influyen en la sociedad de una manera negativa; nunca que es la sociedad la que los produce. No nos conviene. El gran cine de la época de Roosevelt se llama así en los libros de historia y en los que se dedicaron a ese periodo: son muchos. Se pueden encontrar en la librería de Madrid Ocho y Medio. Fue una época de esperanza, que combatió el periodo trágico del capitalismo salvaje y recuperó la economía hundida y que preparaba una especie de simbiosis o de utopía entre el sistema americano y el socialismo ruso. Murió Roosevelt, le sucedió Truman, que corrió a lanzar las dos bombas atómicas sobre Japón y a recuperar el capitalismo clásico. Se tardó un tiempo en conseguirlo, pero se borró Roosevelt. Y llegó el momento de borrar el cine abierto, y apareció el senador McCarthy con el comité de actividades antiamericanas y ya se sabe cómo encarceló, deportó, exilió a los escritores de Hollywood. Cambió, poco a poco, la sociedad. Hoy la mitad dominante quiere a Bush y la guerra; y es más religiosa que antes, y más reprimida. El cine es cínico, dicen: no es adorador de la fiesta, digamos. La televisión a la que aquí se demoniza es la de una sociedad tan tonta como la retrata: la hace ella, la hacemos nosotros. A los ciudadanos nos queda este cinismo: acusar a la televisión, al cine español, como si fueran ajenos a nosotros. Son nosotros.
(Sharon Waxman: periodista muy famosa, integrista religiosa judía, casada con un aristócrata francés). (Cine, cínico: dos etimologías muy distintas. Cine viene de movimiento; cínico de cinus, perro (can), en alusión al que Diógenes, fundador de la gran escuela filosófica, quería más que a los seres humanos. Hoy se usa, sin razón, en sentido peyorativo).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de diciembre de 2004