José Luis Martín, de 26 años, cena en Nochebuena con su novia y "su suegra"; la Nochevieja le toca con sus padres. Pero no es una cena normal, sino llena de sobresaltos. En cualquier momento a José Luis le puede sonar el teléfono móvil y tendrá que salir corriendo. Es cerrajero y entre el 24 y 25 de diciembre estará de guardia.
Lo tiene asumido. Trabaja para la empresa de cerrajería Abisal, que ofrece servicio las 24 horas de los 365 días del año. "[Nochebuena] Es como cualquier fin de semana o puente largo", dice. Lleva tres años dedicado a este empleo y ésta no será la primera Nochebuena que tenga que estar pendiente del teléfono. Calcula que entre 8 y 10 servicios tendrá que hacer esta noche.
Robos en tiendas, gente que pierde o se olvida dentro de casa las llaves... A José Luis no le faltará trabajo. "Mucha gente se va a tomar algo antes de la cena y cuando vuelve se encuentra, por ejemplo, que no ha cogido las llaves". "Después de varios trabajos vespertinos, la última Nochebuena que trabajé logré sentarme a cenar alrededor de las once de la noche", explica. Su novia y su suegra le esperaron. Pero poco después tuvo que salir de nuevo.
Según José Luis, de madrugada llega la parte más dura. "Cuando la gente va volviendo a su casa tras las copas", dice. La última vez encadenó asistencias desde las 3.30 hasta las 9.00 del día de Navidad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de diciembre de 2004