Gerardo Máquez y Fabio Churquina presumen de una excelente relación laboral. Los dos son argentinos y llegaron a Málaga hace tres años. El primero, de 46 años, tuvo la suerte de que su abuelo, un anarquista exiliado tras la Guerra Civil, le dejara en herencia la nacionalidad española. Fabio, de 30 años e hijo de un carpintero de Jujuy (al norte de Argentina), viajó como turista y se las ingenió desde entonces para trabajar ilegalmente en la limpieza de casas, la construcción o en una carpintería, siempre sin contrato.
Se conocieron hace ocho meses en un locutorio propiedad de Gerardo, que además trabaja para una compañía telefónica fabricando e instalando mobiliario para cibercafés y locutorios. "No tenía mucha idea de carpintería, así que cuando le conocí, vi el cielo abierto", comenta.
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Su futuro empleado -le ha hecho una oferta laboral de seis meses- sonríe gustoso y se quita méritos: "Pero si yo nací comiendo serrín", ríe. No es la primera vez que Fabio, de cabello largo y tez morena, ha tratado de regularizar su situación laboral. El primer año acudió a una abogada de Torremolinos: "Según te veía, te daba una tarifa, que iba de los 450 euros a los 700. Pasaban los meses y siempre anunciaba una regularización que nunca llegaba". Ahora es diferente: hace un mes que solicitaron el certificado de antecedentes y, según Gerardo, que además es presidente de la Casa Argentina en Málaga, en su país "no están poniendo pegas para emitirlo". Fabio no viajó solo, con él está su novia, que todavía no tiene una oferta laboral, pero que ha trabajado de comercial y ahora lo hace de camarera. Tanto empresario como empleado se quejan de que la legislación deje el futuro del inmigrante en manos de la buena voluntad del empresario, que no prevea la reagrupación familiar inmediata -"ningún argentino viaja solo", dicen- y que no prevea los casos de autónomos. Hace cinco meses que la Guardia Civil le dio el alto a Fabio en la puerta de su casa. "Me pidieron la documentación del coche y el permiso de residencia, les dije que lo tenía en trámite y por esa vez fueron comprensivos".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de enero de 2005