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LA INMIGRACIÓN POR DISTRITOS | Chamartín

El Viso, destino de empleadas internas

En la cuarta zona de la capital en renta per cápita reside una amplia colonia inmigrante

Chamartín es un distrito con grandes diferencias sociales, visibles con sólo cruzar la calle: la renta per cápita de un barrio puede doblarse con respecto a otro, y lo mismo ocurre con la tasa de paro. Los más de 16.000 inmigrantes que viven en este distrito residen en la acera pobre, sobre todo en el barrio de Prosperidad. Ecuatorianos, colombianos, peruanos... comparten piso e incluso habitación para afrontar los gastos del alquiler en una de las zonas más caras de la ciudad. Pero Chamartín también es el hogar de otro fenómeno global y de gran atractivo para madrileños y extranjeros: el Real Madrid, un club de fútbol que consigue que muchos inmigrantes recién llegados a la capital se identifiquen con sus colores.

En uno de los barrios más pudientes de Madrid, el de El Viso -la cuarta zona de la capital en cuanto a renta per cápita-, residen más de 2.000 inmigrantes (el 13,3% de su población). Ésta resulta una cifra muy llamativa, si se tienen en cuenta las deficientes condiciones económicas en las que se encuentra la gran mayoría de los inmigrantes. Pero se explica por dos razones: la concentración en ese barrio de embajadas extranjeras y, sobre todo, el gran número de empleadas internas del hogar que se contratan en esta zona.

Norma Llanos, peruana de 36 años, lleva 11 residiendo en Madrid y los últimos ocho trabajando para una familia de El Viso. Vive con ellos, hace las tareas domésticas, va a a la compra y cuida a los dos hijos de la familia, de 11 y ocho años. También viaja con ellos. La Nochevieja la pasaron en Asturias y ella ayudó, como siempre, a hacer la cena. La mayoría de las empleadas domésticas de El Viso son extranjeras como ella. Norma Llanos no conoce a muchas, pero asegura que es así.

Ana Belén Quíez, de 20 años, es española y trabaja en la carnicería de un hipermercado del barrio. Confirma que "más de la mitad de los clientes" que allí se acercan son empleadas domésticas extranjeras y un pequeño vistazo al comercio lo demuestra. Como Rosa Morales, ecuatoriana de 29 años, que conduce la silla de ruedas de su empleadora, una española de 72 años. "La gran mayoría son latinoamericanas", señala la dependienta de la carnicería mientras sus compañeros asienten con la cabeza. "No sé cuándo se empezó a notar la afluencia de empleadas extranjeras, yo llevo aquí siete meses, pero lo que sé es que ahora se nota mucho", explica Quíez.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de enero de 2005