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CARTAS AL DIRECTOR

Uso de preservativos

Mi asombro ante los reiterados llamamientos a la castidad como único camino hacia la asepsia sexual es enorme. Por favor, un poco de decencia y de rigor. Clamar por la castidad como defensa ante las enfermedades sexuales es como pedir a la gente que no suba en avión como única medida de seguridad que garantiza la imposibilidad de padecer un atentado terrorista en un avión. Es pueril, trivial e indignante. Se deben poner los medios necesarios para minimizar el impacto y extensión de las enfermedades de transmisión sexual, asumiendo que el sexo se practicará.

Por favor, decencia: si alguien quiere defender la abstinencia, predicar la inmoralidad de la libertad sexual, que lo haga recurriendo a los argumentos reales que está en su legítimo derecho de esgrimir: la religión, las normas éticas dictadas por la institución eclesiástica.

Estoy deseando oír a algún buen cristiano o musulmán decir: "Si practica sexo, póngase condón, que es lo más seguro, pero sepa usted que irá al infierno, donde sufrirá torturas sin límite por toda la eternidad. Y si quiere evitar ese eterno sufrimiento, no practique sexo libremente, sino bajo mis estrictas normas". Las cosas claras.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 3 de enero de 2005