Cuando la naturaleza impone su fuerza, poco más se puede hacer que tratar de reparar, en la medida de lo posible, la destrucción. Mientras miles de personas de todo el mundo se están movilizando para tratar de ayudar con donaciones a los afectados por el maremoto, nuestros gobiernos, al parecer, opinan diferente. Porque mientras la ayuda oficial (donaciones y créditos) del Gobierno español es de 50 millones, la de EE UU es de 350 millones, etcétera. El dinero que los países afectados darán a los países más ricos y a los acreedores internacionales en concepto de deuda externa será este año de 101.000 millones de dólares, y la deuda total superará los 350.000 millones de dólares (datos del Banco Mundial).
Éstos son recursos con los que no podrán contar los países arrasados para cubrir sus necesidades básicas, pero que nuestros gobernantes exigen sin dudarlo. Sin duda podemos decir que la demanda de la deuda externa en estos países es hoy un segundo tsunami, pero esta vez económico y voluntario. Como ciudadanos no queremos contribuir en esta nueva expoliación de la miseria. Señores gobernantes, nosotros ya ayudamos; ustedes colaboren un poco y anulen la deuda externa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de enero de 2005