No me ha gustado cómo se ha adornado Madrid durante estas fiestas. A la "sopa de letras" sólo le ha faltado el "tonto el que lo lea" para que la burla fuera completa.
Es curioso y desafortunado que la insistencia en que la capital sea un mosaico de culturas haga que se intente diluir el mensaje cristiano de estas fechas. He echado de menos los belenes, y el feliz navidad y los carteles almibarados correspondientes. Son mis raíces, mis creencias y, a veces, por qué no reconocerlo, mi tostón.
La pérdida de identidad es síntoma de graves enfermedades psicológicas. Así que ruego al alcalde que se defina y, para el próximo año, o espíritu navideño o consumismo. Yo, al menos, me tengo que centrar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 5 de enero de 2005