Mira que es difícil acertar con esto de la música para los niños. Se programa El gato con botas y resulta que los chavales no acaban de pasárselo bien, se mueven en la butaca, preguntan a la familia quién es ése, qué está pasando o por qué cuando esperan ver un león sale una bailarina. Y si preguntan demasiado es que la cosa no funciona. Hombre, siempre habrá alguno al que no le importe no entender los textos porque en realidad disfruta con la impostación vocal y de mayor quiere ser barítono. O alguna que haya leído a Perrault en edición crítica de Vladímir Propp y le dé igual si el gato se come o no al ogro convertido en ratón, porque lo que le importa es el poso antropológico. Pero me da que son los menos. A la santa infancia le gusta saber lo que pasa y disfrutarlo, emocionarse, morirse de miedo, reírse... Y si se lo prometemos y luego resulta que no, pues entonces no nos extrañemos de que prefieran la Nintendo y de que al próximo concierto nos acompañe la tía Enriqueta.
Orquesta Sinfónica de la RTVE
Josep Vicent, director. Sandra Ferrández, soprano. Cristina Faus, mezzosoprano. Enric Martínez-Castignani, barítono. Ángel Odena y Felipe Bou, bajos. Elena Lerma, bailarina. Montsalvatge: El Gato con Botas. Teatro Monumental. Madrid, 4 de enero.
Y es una pena porque El gato con botas de Montsalvatge es una obra maestra absoluta, una joya de nuestro teatro musical, una ópera llena de inteligencia, de delicadeza, de sutileza, y tanto en su música como en el libreto de Néstor Luján. Los cantantes eran estupendos, pero sólo Ángel Odena como Molinero y Cristina Faus como Gato eran entendidos aunque fuera a medias. Josep Vicent es un director joven, activo, entusiasta y competente, y en su intervención antes de que comenzara la música fue capaz de mostrar que tiene tirón, lo que quiere decir que si se le hubiera dado más bola, incluyendo una mínima caracterización de los cantantes y una puesta en escena sencilla pero suficiente -todavía recordamos cuán maravillosamente resolvió la Orquesta de la RTVE El murciélago hace unos años-, el espectáculo hubiera respondido a las expectativas de la grey menuda. Musicalmente, no hubo nada que oponer; en ese aspecto, todo fue de primera clase.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de enero de 2005