Queridos Reyes Magos: Hoy habéis hecho vuestro trabajo, pero aún no he podido mirar mis zapatos para saber si habéis leído mi carta, aquella en la que os pedía: Primero, por Pipo, que necesita una casa donde le quieran, porque su mirada me hace mucho daño. Su destino está ligado a una cadena de un metro de longitud sobre una superficie de cristales y baldosas punzantes, al aire libre, sin lugar donde refugiarse de la lluvia y el frío.
Segundo, por Txiki que fue abandonada con la placenta aún colgando y que se muere de frío en la jaula. Tenemos una camita para ella, pero no tenemos el cariño que ella necesita.
Tercero, por Luna, una mastín de seis meses a la que le encanta correr, pero que se ve confinada en una fría jaula.
Cuarto, por Lagun. Qué decir, es tan tierno, tan bueno. Le gusta pasear y jugar con otros perros, pero ahora cumple injusta condena en una cárcel y os pedí su libertad. Sexto, por Linda, a la que sus dueños le han regalado una inyección letal. Os pedí cambiarla por un hogar, por tiempo, por amor.
También os solicité muchos sacos de amor, mimos y ronroneos para regalar a las muchas casas que necesitamos para que nuestros gatitos y perrillos pasen el resto de sus desgraciadas vidas al menos calentitos y queridos.
Y por último, queridos Reyes Magos, espero con ilusión que les transmitiérais nuestro más sincero agradecimiento a todos los adoptantes y voluntarios, pasados y futuros, que hicieron posible durante 2004 que otros pipos, otros lagun y otras lindas pudieran disfrutar de una segunda oportunidad, lejos de carencias y maltratos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de enero de 2005