Unos picajosos la han emprendido con Troya, la horrenda película, a cuenta de la única cosa buena que tiene: el Sol sale por el mismo sitio por donde se pone, el Oeste. Es un imposible. Los imposibles resultan muy raros en la actualidad, por eso hay que agradecerlos cuando se presentan, sea en un filme infecto o sea en la infecta vida.
En este enero, que los españoles hemos iniciado con la bronca estúpida de los nacionalismos incorruptos, debo decirles que paso de ello y de cualquier otra aproximación a nuestro siglo XIX. Que no estoy para fratricidios, entre otras cosas porque no tengo más hermanos que los elegidos ni otros enemigos que los malvados y prepotentes, ni más patria que las de la inabarcable memoria y de la no menos insondable incertidumbre.
De momento, me agarro como a un clavo a ese viejo imposible que por fin se ha cumplido, y que nos llega del otro lado del Pacífico, en donde el Sol se levanta gloriosamente a cualquier hora desde que a Pinochet le han condenado, es de esperar que en firme. Quién tenía que decirle al perverso golpista que, en la vigilia de este día de Reyes de 2005, su rostro de crustáceo cruel arrebolado por la rabia y la buena vida, sus sorprendidos ojos de rata bien cebada, serían para nosotros los mejores caramelos lanzados desde la Cabalgata. Allá en Chile y acá, en España, y en general para quienes esperamos justicia, los Reyes Magos han traído, al menos, su monigote.
Otro tipo de magos (hacen magia con la cara dura) se apresuran a ir a la zona de Desastre Extremo que antaño llamábamos Extremo Oriente. Viajantes de la diplomacia solidaria y políticos de la escena internacional -así como grandes prometedores de pingües negocios, como Jeb Bush- se disponen a lavarse las manos con la agüita de la beneficencia, usando las desgracias de los indefensos para remendarse el virgo. Huyen de la chapuza de Irak y Palestina, territorios ultrajados que exudan sangre y pólvora. La reconstrucción se llevará a cabo tal como prometieron, aunque sea en otra parte. Tal vez vaya hasta Kissinger, que tendría que cumplir condena con Pinochet por los mismos crímenes, pero ahora cobra por asesorar.
Feliz Año, mundo loco. Te deseo muchos imposibles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de enero de 2005