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Crítica:CRÍTICAS

El regreso del guerrero

Tan sólo una película peruana anterior estrenada entre nosotros, En la boca del lobo, de Francisco Lombardi, se ha permitido una reflexión sobre los atroces años del terrorismo que asoló el Perú, de ahí que una película como Días de Santiago deba verse casi como una absoluta novedad: narración del día a día de un soldado licenciado, que ha pasado por el infierno de la guerra contra la guerrilla de Sendero Luminoso, por el conflicto con Ecuador y la lucha contra el narcotráfico, el filme, ópera prima de Josué Méndez, cuenta, en ocasiones con una voluntad muy pormenorizada, pero en otras de manera un tanto deslavazada, los problemas del Santiago del título para reintegrarse en la vida cotidiana.

DÍAS DE SANTIAGO

Director: Josué Méndez. Intérpretes: Pietro Sibille, Milagros Vidal, Marisela Puicón, Ricardo Mejía, Lili Urbina. Género: drama, Perú, 2004. Duración: 83 minutos.

Con un ritmo constante, que va dando cuenta de la progresiva enajenación de su protagonista, Días de Santiago termina resultando una especie de Taxi driver a la limeña, la búsqueda desesperada de un veterano de guerra de su propio destino. Contiene abundantes datos contextuales que ayudan a su fácil comprensión incluso para un público distante, y en general, se puede ver como el intento de mostrar la enajenación humana casi desde la óptica de un etólogo, sin mezclarse con el personaje, pero al tiempo, y eso resulta considerablemente difícil de lograr, teniendo para con él la necesaria comprensión como para que no parezca necesariamente sólo un loco. Y más valioso aún que ese diagnóstico sobre la alineación de las armas y la disciplina a que propende la vida militar, resulta la inmisericorde radiografía de los sectores más desfavorecidos de la población, un retrato terrible que no deja a nadie indiferente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 7 de enero de 2005