Ya no te creo cuando me dices que no tienes tiempo para leer, hacer deporte, colaborar en una ONG, estudiar con intensidad, acabar con perfección tu trabajo, visitar a los abuelos, estar con tu novia... No, ya no te busques excusas falsas y deja en paz a la televisión, que te bombardea durante más de cuatro horas cada día.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 10 de enero de 2005