El pleno del Consejo Escolar del Estado ha instado recientemente al Gobierno actual a suprimir la asignatura de religión del currículum de los alumnos y a que se coloque fuera del horario escolar sin ser evaluable. Este mismo organismo, en 2003, pidió al Gobierno de entonces que la religión figurase como materia fundamental de opción libre, equiparable a las otras asignaturas ordinarias y, como las mismas, evaluable. Un cambio tan radical de postura del Consejo Escolar del Estado en tan poco tiempo, para mí supone tres cosas:
1. Que dicho consejo no representa, como debería de ser, a la comunidad educativa, sino al Gobierno de turno.
2. La politización que sufre la educación en España, y que motiva que esté regida más por el sectarismo partidista que por criterios pedagógicos o de eficacia.
3. Que con los bandazos que sufre al vaivén de la alternancia en el Gobierno de los distintos partidos, no es extraño la poca calidad y el fracaso de nuestro sistema educativo como acaba de demostrar el reciente Informe PISA.
Estos problemas no se resuelven con un debate como el propuesto por la ministra de Educación, que sólo servirá para aparentar la existencia de diálogo, pero que permitirá al Gobierno continuar haciendo lo que quiera. ¿Para cuándo el pacto de Estado sobre la educación? Eso sí que supondría un nuevo talante.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 12 de enero de 2005