Los impulsos eléctricos son un útil sustituto del fútbol cuando éste tarda en aparecer. Los saques de esquina, las faltas a media distancia o los rechaces involuntarios actúan como electrodos para dar vida a los cuerpos inertes. En la gélida tarde de ayer, tanto Osasuna como Getafe se mostraron sin dinamismo. De esta forma, las únicas opciones por abrir el partido pasaban por el balón parado, lo que jugando contra Osasuna es regalarle casi medio partido.
En el segundo pase, los equipos desechaban cualquier idea de continuidad y, como los malos toreros, se olvidaban de templar y ligar. Sólo a balón parado llegaron las oportunidades, fundamentalmente en los pies de los navarros. Dos balones sueltos tras sendos córners y el bote de una falta, rematado por Aloisi y rechazado con enormes reflejos por Aragoneses, fueron todo lo que Osasuna puso en el platillo en la primera mitad. Esto y un penalti clarísimo a Milosevic obviado por Lizondo.
MÁS INFORMACIÓN
El Getafe, por su parte, exhibió a un recuperado Raúl Albiol, cinco meses después de un accidente de tráfico que por poco le costó su carrera futbolística, y un remate de Gabi bien despejado por Sanzol. Ni un ápice de ritmo. Sólo pequeños ramalazos aislados y carentes de credibilidad. Tras el descanso, los dos planteles trataron de convencerse de que llegar empatados al partido de vuelta sólo garantizaba más presión y menos capacidad de respuesta. Sin cambiar la discreción del primer período, sí que aparecieron las ganas y la inteligencia. Dos zurdos, Pablo García y Gallardo, depuraron el ambiente tosco del choque y aportaron ideas inesperadas por lo visto hasta entonces. Pero el peligro sólo vino a balón parado. Muñoz marcó tras un córner y Moha desde dentro del área.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 13 de enero de 2005