Frente a las trompetas triunfales del señor alcalde de Madrid y de su colega y enemiga política, la inefable presidenta de la Comunidad de Madrid, debo decir que esta ciudad cada vez es más insoportable.
Mucho Madrid olímpico, pero el metro, ése que venden como uno de los mejores del mundo, cada día funciona peor (hoy he tardado una hora para un trayecto de 12 minutos) y es más caro (¿en dónde se invierte el siete y pico por ciento que he pagado de más este mes por mi abono transportes?).
Mucho Madrid olímpico, pero la sanidad gestionada por la Comunidad es de las peorcitas del Estado.
Mucho Madrid olímpico, pero la ciudad parece un pleno conflicto bélico por las múltiples obras que se acometen a la vez y sin sentido lógico. Y por si faltaba algo, enterramiento de la M-30, y las obras para el acondicionamiento de la ciudad, a los fastos olímpicos.
Realmente, durante los próximos años va a ser imposible vivir en Madrid. Menos mal que siempre nos queda meternos en un atasco de fin de semana, o huir en vacaciones.
Sinceramente, es lamentable que un madrileño de tres generaciones, que siempre ha dicho que Madrid era una de las ciudades más bellas del mundo, reniegue de su ciudad como lo hago yo ahora. Y, por favor, que nadie eche la culpa a la inmigración de lo insoportable que se hace vivir en Madrid. Los culpables tienen nombres y apellidos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 15 de enero de 2005