Compro EL PAÍS, lo leo, lo guardo y, cuando el montón de periódicos "antiguos" llega a un límite no admitido por mi mujer, los releo y aparto los artículos que me interesan.
Entre ellos, un fijo es la hoja del crucigrama, no para mí, que no los hago, sino para mi madre. Siempre me pregunta: "¿Cuándo me vas a traer más crucigramas de esos de Peko que tanto me gustan?".
Gracias, Peko, donde quiera que estés, de mi parte y, muy especialmente, de parte de mi madre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 16 de enero de 2005