El pasado 1 de diciembre en los barracones que sirven de aulas de preescolar en el colegio público Blasco Ibáñez de Cheste, del que son alumnos mis hijos, se produjo un incendio que tuvo tratamiento en los distintos medios de comunicación y que por producirse en horario no lectivo no tuvo consecuencias para la salud de los niños y profesores. El hecho es que unos barracones con 20 años de antigüedad, con una sola puerta de acceso, con rejas en las ventanas, cuyo fin parece que no era al que están destinados, se podría haber convertido en una trampa mortal para nuestros hijos.
De las actuaciones de diferentes agentes técnicos que después del suceso visitaron el centro, sé que existen informes que ponen de manifiesto la falta general de medidas de seguridad en todo el centro y en concreto en cuanto a riesgo eléctrico, falta del plan de autoprotección escolar, incumplimiento del reglamento de aparatos a presión, presencia de placas de fibrocemento portadoras de amianto en mal estado, etc..., además de una alta sensibilidad por la situación como lo reflejan las más de 600 firmas dirigidas al conseller pidiendo actuaciones estructurales que permitan la adecuación del centro a la normativa educativa y la erradicación de los barracones aprovechando el plan que va a llevar la Generalitat para eliminarlos y del que está excluido, no sabemos bien por qué, éste centro escolar.
Sabe cuál ha sido la respuesta en forma de actuación que nos ha dado, pues restaurar los desperfectos, masillar y pintar de nuevo. No hay más, siguen y van a seguir los barracones con su único acceso, con sus rejas en las ventanas, en fin, con su falta de medidas de seguridad.
Yo que me dedico al tema de la prevención de riesgos en el ámbito laboral y que participo junto a su gobierno en el plan contra la siniestralidad mortal en una de sus comisiones, no termino de comprender, en este caso, la falta de iniciativa y de compromiso para solucionar con celeridad un problema que se ha evidenciado no ya como un riesgo potencial, sino real.
Pero mire que ironías tiene la vida, yo que dedico mis esfuerzos a prevenir y eliminar riesgos para garantizar la salud y tengo una amplia conciencia de los riesgos que corren mis hijos me veo impotente para que se les pueda garantizar a ellos.
En fin no quisiera ocuparle más tiempo del que debe dedicar a temas "verdaderamente importantes" como la Ciudad de la Luz, la Ciudad de las Lenguas, la Reforma del Estatuto, el eje Castellón, Sagunto, Alicante, la Macroeconomía, los Macroproyectos, etc., pero se imagina que grado de importancia podrían tener todos esos proyectos si un día fuesen realidades y por desgracia cualquiera de nuestros hijos no pudiesen vivirlos: ninguna.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de enero de 2005