"Quizá sea exagerado decir que todo cambió con el 11 de Septiembre, pero en materia de investigación, de publicaciones y de literatura científica, los atentados de Nueva York fueron una fuente importantísima para la psicología de catástrofes", señala la profesora e investigadora Maite Martín, y pone como ejemplo el trabajo que se desarrolló con los bomberos y otro personal de emergencia que actuaron, principalmente, en el área de las Torres Gemelas.
En España, su compañera en el equipo de la Miguel Hernández, Yolanda Quiles, considera que el punto de inflexión se produjo en el verano de 1996, con la riada que mató a 22 personas en el cámping de Biescas, municipio de los Pirineos oscenses. A partir de entonces, la participación de psicólogos en situaciones dramáticas, como la muerte, en 2002, de 22 escolares y cinco adultos en un accidente de autobús en Soria, se ha hecho tan habitual como la de los médicos y fuerzas de seguridad. Sobre la atención a equipos de intervinientes, Martín destaca la investigación, todavía no publicada, que están preparando los psicólogos municipales de Madrid acerca del 11 de Marzo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de enero de 2005