"Sin duda ésta es la misión más equilibrada de las que hemos hecho. La mano de las psicólogas se nota en que los voluntarios están más tranquilos y sus familiares menos ansiosos por lo que les pueda pasar", dice Ana Vázques, secretaria de la Sociedad Española de Medicina de Catástrofes (SEMECA). Desde su creación, hace apenas dos años, la sociedad -apolítica, aconfesional, con algo más de 230 afiliados repartidos por todas las comunidades autónomas- ha intervenido en seis graves siniestros además del tsunami: El terremoto de Argelia (mayo de 2003); el terremoto en la población iraní de Bam (diciembre de 2003); el 11 de marzo en Madrid; las inundaciones de Jimani, en la República Dominicana (mayo de 2004); el incendio en un supermercado en Asunción, Paraguay (agosto de 2004), y la tormenta tropical que asoló Haití en septiembre de 2004, aunque allí los intervinentes no se desplazaron por recomendación de la Agencia Española de Cooperación Internacional. El equilibrio, subraya Vázquez, es importante para evitar traumas y también "un exceso de emoción, de imágenes grabadas en la retina".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 17 de enero de 2005