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OPINIÓN DEL LECTOR

Me voy de Madrid

Mi decisión de marcharme de Madrid es firme; no pienso quedarme aquí viendo cómo especulan con mis calles, mis árboles, mis fuentes... Con cada uno de los rincones que ayudaron a forjarme y que, pronto, sólo existirán en mi memoria.

Como un viejo nostálgico, le envidio su suerte a mi padre porque paseando por su pueblo aún puede recrear su infancia en los mismos lugares donde tuvo lugar, y cada árbol, cada recodo, le recuerda quién es.

Sin embargo, yo he de seguir asistiendo al desmantelamiento sistemático e innecesario de los lugares donde crecí. Lo último ha sido la tala de 80 árboles en el Retiro, sin más; de repente. No dieron lugar a la protesta.

Toda la Chopera, donde paseábamos bajo su sombra en unas bicicletas que se alquilaban allí mismo, en un quiosco que todavía existe... creo.

Nadie defendió a esos viejos y entrañables árboles, después de tantos años, de tanto dar...

¿Cómo es posible que no hubiera quien gritara la voz de alarma? Sólo pude sollozarle mi dolor, mi impotencia, al guarda jurado que vigilaba los troncos talados; el botín. Tengo que irme de aquí, me duele mucho.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 19 de enero de 2005