La mayoría de nosotros soportamos últimamente los limitadores de velocidad que, lejos de ser algo nuevo (ya se intentó hace años con las famosas "chinchetas"), parecen volver a renacer en las mentes de algunos ediles o presidentes de comunidades de urbanizaciones privadas. Sería bueno recordar que aquellas macro-chinchetas de acero alternadas en hilera, fueron al final eliminadas por suponer un obstáculo peligroso en la calzada y eso que imprimían al auto un movimiento de vaivén hasta cierto punto agradable. Pues bien; algo ha debido cambiar en el corpus legislativo o en el animus del legislador y ahora nos sorprenden con una barrera transversal a la marcha hecha de asfalto que, no por más integrado en la calzada, resulta menos molesto y peligroso. Es más, su peligrosidad aumenta, dado que si bien al principio están pintados de color blanco o amarillo tráfico, acaban desteñidos y difíciles de detectar a simple vista. Y no todos ellos están señalizados por la que debería ser preceptiva placa vertical de "perfil irregular".
Soportar un trayecto a diario plagado de estos obstáculos es irritante y perjudicial para la mecánica del automóvil e incluso para la seguridad (he visto hacer de todo al tratar de esquivarlos.) No sé; pero algo en todo esto me huele a irregular. Entiendo que quien padece la irresponsabilidad de los conductores: colegios, urbanizaciones, cruces peligrosos, vías rápidas, etc. se sientan tentados a solicitar que se instalen. Pero considero que en algunos casos no están ubicados ni con las garantías de seguridad ni mucho menos con las legales suficientes. Y éstos son los casos que invito a que todos los automovilistas responsables, denunciemos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 23 de enero de 2005