Triste país el que tarda sesenta años en ofrecer un mínimo reconocimiento a miles de sus paisanos que sufrieron el exterminio nazi. Sí, se-sen-ta años; es, sin duda, un caso único. Es este país, no hay más. Muchos defendían un ideal, como los otros. Unos se vieron inmersos en la barbarie por motivos personales, familiares o territoriales, y casi sin saber el porqué ni comprender por qué tanto odio, como los otros. Unos y otros españoles, pero unos con todo el reconocimiento, y otros, toda una vida huyendo de sus recuerdos, esquivando sombras huesudas de ojos aterrados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de enero de 2005