He leído varias cartas al director que trataban de la formación del profesorado en respuesta a los bajos niveles académicos del alumnado catalán. En ellas, los autores se felicitaban por el hecho de que Educación, en vez de culpabilizar a los maestros, nos ofrece cursos de formación para que aprendamos a enseñar matemáticas, lengua...¿Es que no sirven de nada los planes de formación permanente de que ya disfrutamos? Ojalá la solución a los problemas fuese tan sencilla, pero creo que esta respuesta parte de un análisis simplista y alejado de la realidad.
La causa del bajo nivel académico de nuestros alumnos no es una sola, y mucho menos los profesionales que nos dedicamos a la educación. Quizás habría que mirar nuestras programaciones, en las que gran parte del tiempo lectivo se dedica a educar en valores y a habilidades o competencias sociales, cosas que antes se aprendían en casa. Ojalá el problema fuera la poca formación de los maestros, sería fácil solucionarlo ya que nos sobran la buena voluntad y las ganas de trabajar, pero me temo que la cosa es más compleja y no todos quieren implicarse en buscar soluciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 31 de enero de 2005