CiU emprendió ayer su particular aggiornamento o puesta al día. Fue de la mano de un joven diputado de la federación nacionalista -Josep Rull- no contaminado generacionalmente por los dogmas que la doctrina pujolista ha entronizado durante 23 años. La frase que nunca nadie creyó que pudiera salir de boca nacionalista fue pronunciada ayer en sede parlamentaria: CiU pidió una comisión de investigación.
"No estamos por dar un apoyo ingenuo a campañas de desprestigio contra un departamento y un consejero eficaces", dijo Jordi Pujol el 14 de junio de 1995 para oponerse a la constitución de una comisión de investigación. O qué decir de aquella "estrategia de erosión" con la que se calificó el intento de investigar en sede parlamentaria el caso Casinos -de presunta financiación irregular de Convergència por unos 600 millones de aquellas antiguas pesetas-. Eso era en 1990 y los convergentes escudaban la decisión en su oposición para investigar en el Congreso de los Diputados el caso Juan Guerra, que afectaba al hermano del entonces vicepresidente socialista del Gobierno central. "Nosotros somos coherentes y votamos lo mismo aquí que allí", sentenció el entonces portavoz convergente. Eso fue durante el noviazgo CiU-PSOE, porque cuando los nacionalistas catalanes cambiaron de pareja se paralizaron más de medio centenar de comisiones de investigación gracias al PP. Juego, Pallerols, Turismo, Olé, nevadas y colapso en las autopistas, Lear... evocan auténticos catenacci convergentes. Sólo dos excepciones confirmaron la regla. Ayer, un joven diputado de CiU rompió el canon y, como Saulo hacia Damasco, vio la luz: para pedir comisiones de investigación no hace falta ser "un partido español" ni recurrir a ese "bajo estilo de confrontación PP-PSOE". El simple paso por la oposición iguala misericordiosamente a gentiles y creyentes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de febrero de 2005