No es el único, pero sí probablemente el más grande de los montones de nieve helada que todavía quedan en Vitoria, recuerdo de la nevada que hace dos semanas convirtió a la capital alavesa en una de las ciudades más blancas y frías de España. Las bajas temperaturas han compactado la nieve hasta convertirla en hielo. Los operarios municipales se empleaban ayer a fondo para desintegrar un iceberg que en vez de blanco era negro por efecto del barro, y que ya había causado varias caídas a los viandantes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de febrero de 2005