"Nada más fascinante que la figura humana", asegura el artista Fernando Pagola (San Sebastián, 1961), quien regresa impulsivamente al Museo de Navarra con un gigantesco mural, decenas de metros cuadrados llenos de figuras que buscan recrear, en algunos casos, la estructura y textura de los grandes frescos medievales, y en otros, la elegancia de los mosaicos romanos.
La pinacoteca pamplonesa exhibe hasta mediados de marzo el último trabajo del artista guipuzcoano, Fun with figures, integrada por un enorme tríptico, otros tres grandes murales y la proyección de imágenes de su agenda de trabajo.
Sorprende la perfección técnica del papier collé que Pagola ha cultivado intensamente. Pinta sobre hojas de periódico humedecidas y pegadas en paneles de madera, a las que va dando sucesivas capas hasta que el papel adquiere una textura tan intensa que parece un fresco.
Las paredes de la sala central del Museo de Navarra han sido pobladas por el creador vasco, que regresa así a los murales, con figuras humanas impersonales, misteriosas, cargadas de dramatismo, dibujadas con trazos gruesos. Estas figuras comparten espacio con grandes manchas monocromas de formas geométricas. Como homenaje a las figuras de un mosaico románico hallado en Pamplona, y que forma parte de la colección del propìo museo, Pagola recrea la lucha de Teseo y el Minotauro. Su resultado puebla los paneles laterales. "Si la sola figura es fascinante, toda su fuerza y expresividad se multiplica cuando aparece la lucha y el movimiento", subraya el autor.
La admiración de Pagola por la intención con la que manos virtuosas tallaron y pintaron siglos atrás obras maestras en murales y retablos románicos y góticos puebla su subconsciente. "¡Qué no daría", asegura el artista, "por pasar a la pequeña historia local al haber labrado un capitel, uno solo, como el de la historia de Job que una mano anónima talló con tanto amor para el claustro románico de la catedral de Pamplona!". Su respuesta es el riesgo: "Hoy podemos probar, experimentar. Nuestro destino es también la eternidad, pero tenemos más oportunidades y en cualquier caso es preferible, equivocarse arriesgando que cubrir un expediente que a estas alturas ya no le sirve a uno para casi nada".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de febrero de 2005